Según
el Plan Nacional de Desarrollo Humano, cuatro de cada diez personas
(39.4%), viven con menos de un dólar al día y las tres cuartas
partes de la población (75.8%), sobrevive con menos de dos dólares.
En la
zona rural, este porcentaje llega al 60.7% y 91.9% respectivamente.
La región Central Rural y el Atlántico Rural, muestran las
proporciones más altas de población que vive con menos de un dólar
al día (67.9% y 67.7%), seguido por el Pacífico Rural (con 49.6%).
Para
los pobres generales, de cada diez, seis viven en el área rural
(64.3%), mientras que de cada diez pobres extremos, ocho (78.3%)
viven igualmente ahí. La contribución rural a la explicación de la
pobreza en Nicaragua, es casi dos veces mayor que la contribución
urbana y en el caso de la condición de pobreza extrema, la
contribución rural comparativamente a la urbana, aumenta casi
cuatro veces.
La
tercera parte de los pobres generales (31.5%) y un poco menos de la
mitad de los pobres extremos (42.7%), provienen de la región Central
Rural.
Le
siguen en contribución, el Atlántico Rural (15.3% y 19.1%,
respectivamente) y el Pacífico Rural (15.8% y 15.0%). Todas estas
regiones juntas, explican el 63% de la distribución de la pobreza
general y el 77% de la pobreza extrema.
La
comparación de los resultados de pobreza entre regiones, desde 1993
hasta 2005, indica que hay aumentos principalmente de la pobreza
general en el Pacífico Rural (4.7%) y decrementos en el Atlántico
Urbano (5.2%).
Para la pobreza extrema, los aumentos más importantes se localizan
en el Atlántico Rural (7.3%) y en el Pacífico Rural (4.5%).
El
crecimiento económico registrado en el país, de 3,02% promedio
anual en el quinquenio 2001-2005, aunado al incremento en el
desembolso del presupuesto para el gasto social y a los fondos de la
Iniciativa para Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC por sus
siglas en inglés), concedidos por los países miembros del Club de
París y las instituciones financieras internacionales durante el
período 2002-2006 por un monto de US$ 2.658 millones, no han podido
revertir esta situación de empobrecimiento.
La
persistencia de significativas brechas en los distintos indicadores
socioeconómicos entre zonas geográficas, grupos poblacionales y de
género confirma la persistencia de las estructuras de desigualdad
social que se convierten en uno de los mayores obstáculos para el
cumplimiento de las metas del milenio y es importante recordar que el
Estado tiene una obligación —como firmante de los distintos
tratados de derechos humanos, así como constitucionalmente— de
hacer el máximo esfuerzo para reducir estas brechas.
Al
caracterizar la pobreza en Nicaragua no se puede pasar por alto a las
Regiones Autónomas del Atlántico (RAA), que presentan las
características de pobreza y desigualdad más acentuadas y que
ameritan especial atención por parte de los tomadores de decisión,
por tener la población más rezagada dentro de los pobres del país.
La
pobreza entre estos grupos es generalizada. Mediante el índice de
Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI)1se
puede detectar que la pobreza entre los pueblos indígenas y
afrodescendientes es extrema, y con marcadas diferencias entre los
grupos étnicos del Pacífico Centro Norte (PCN) y de las Regiones
Autónomas del Atlántico (RAA).2
El 83% de las etnias en las RAA y el 68% entra las del PCN tienen
necesidades básicas insatisfechas.
A
partir del triunfo del Gobierno del Presidente Ortega en el 2006,
Nicaragua ha reorientado las políticas en aras de fortalecer los
derechos sociales, lo cual explica el crecimiento de los gastos
gubernamentales en educación (% PIB) que han pasado del 4.0 en el
2000 al 5.9 en 2009 y en salud (% PIB), donde han aumentado del 3.1
al 4.1 en el mismo período.
1
Calculado de acuerdo a cinco criterios: características de la
vivienda, hacinamiento, servicio sanitario, educación y capacidad
económica.
2
Entre todas ellas, las afectadas por las mayores carencias son los
Mayangna-Sumu, con 94,4%, los Miskitu, con 93,3%, y los Mestizos de
la Costa Caribe, con 90,1% en esa situación. Hay que tener presente
que estas dos últimas representan más de la mitad del total de las
diferentes etnias del país.
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